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El blog de Roger DEMAY

omega-3 y los ensayos de Durham

  • Writer: Roger DEMAY
    Roger DEMAY
  • Mar 12, 2018
  • 2 min read

Updated: Mar 13, 2018



En Inglaterra en el 2002, muchos maestros reportaron un creciente número de niños que tenían un bajo rendimiento debido a la incapacidad de concentrarse en una tarea por un período de tiempo.


Enterada de las investigaciones en la década de 1970 sobre la tribu Inuit de Groenlandia, que identificaron beneficios para la salud a partir de una dieta basada en el consumo de pescado de agua fría, la Dra. Madeleine Portwood propuso hacer un ensayo con los niños de las escuelas de Durham para investigar si la suplementación con aceite de pescado rico en ácidos grasos esenciales omega-3 pudiera hacer una diferencia en la salud de estos niños; como resultado la Autoridad de Educación Local de Durham, Inglaterra, convocó a realizar lo que ahora se conoce como Los Ensayos de Durham.


Estas pruebas involucraron a más de 100 niños con trastorno de la coordinación y problemas de concentración y aprendizaje, pertenecientes a 12 escuelas primarias en el área de Durham. Los ensayos contaron con la colaboración del Dyslexia Research Trust (DRT) y el Dr Alex Richardson de la Universidad de Oxford, que es un experto en ácidos grasos esenciales y el cerebro.


Resulta que las células de nuestro cuerpo requieren, además de proteínas, aceites grasos esenciales para construir las membranas que las contienen. Nuestro cuerpo usará el material que esté a su disposición ya sea omega-6 u omega-3, con la diferencia de que las membranas construidas con omega-3 son más flexibles y tienen mayor conductividad, importante especialmente en el caso de las neuronas, lo que se refleja en un mejor desempeño de las funciones cerebrales.

Se proporcionó a los niños cápsulas diarias de aceite de pescado o un placebo y en una prueba a doble ciego, en la que quienes administraban las cápsulas no sabían que se daba a cada niño. Durante la semana, el staff de la escuela administraba la suplementación. Cada niño recibía seis capsulas de 500 mg al día de lunes a viernes, conteniendo cada cápsula aceite de pescado o placebo. Los padres daban las cápsulas el fin de semana y se hacían evaluaciones regularmente a lo largo del ensayo.


Debido a que se requieren semanas para que se hagan evidentes los efectos de la suplementación con el ácido graso omega-3, se condujo el ensayo por un periodo de 6 meses; a los niños que tomaron placebo por los primeros 3 meses, se les suplementó con aceite de pescado durante los últimos 3 meses.


En los primeros 3 meses, los niños que tomaban aceite de pescado comenzaron a exhibir una dramática mejoría en lectura, ortografía y conducta, iguales resultados se obtuvieron los niños que recibieron placebo, una vez que tomaron aceite de pescado.


Conclusión


Los resultados esenciales son que se mejoró el aprendizaje de la lectura y el comportamiento. En cuanto a la hiperactividad los resultados fueron limitados.

La conclusión es que se validó la hipótesis de que el cerebro necesita omega-3 para desarrollarse y funcionar normalmente.

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